jueves, 27 de septiembre de 2012

De lo superficial a lo profundo


De lo superficial a lo profundo

Para fundamentar el paso de lo superficial a lo profundo, es necesario sacar a la luz lo que en sí significan cada uno de los términos.

Superficial: El adjetivo superficial hace referencia a aquello perteneciente o relativo a la superficie. Lo superficial es algo que está en la superficie o que se queda en ella, sin avanzar en profundidad. Superficial también es algo que no tiene sustancia ni solidez.

Profundo: Intenso, o muy vivo y eficaz. Que penetra o ahonda hasta lo más íntimo u oculto y no se detiene en lo superficial.

Con lo expuesto, podemos empezar a adentrarse al análisis respectivo con respecto al paso de lo superficial a lo profundo.

En primer lugar, el espíritu encuentra su realización plena en lo profundo, más no en lo superficial. Si nos preguntamos el porqué de ello, diríamos que es por la sencilla razón de que en lo superficial no se vive una realización plena de las cosas, por no ser un lugar seguro, estable y permanente; ya que estas características son propias del “mundo” de lo profundo.

De aquí que vivir o querer encontrar verdades que sean de perfecto encuentro de lo verdadero no lo encontramos en lo superficial, sino en lo profundo.

Es evidente que en lo superficial no puede satisfacer la necesidad del espíritu porque vive en un mundo aparente, conformista, que tiene una vida relativa, que es cambiante, que se destruye, que se acaba, que los caminos que abre son siempre los mismos caminos, es una pura ilusión, lo que pretende no es más que entretener, distraer para para que el espíritu crea o se engañe que ya encontró una la verdad de las cosas. Por tanto, lo que lo superficial ofrece al espíritu no es mas que un estancamiento o en una ilusión de que ese (lo superficial) es un mundo perfecto donde sí es posible el encuentro de una buena salud para el espíritu.

En cambio, el vivir en lo profundo nos trae como consecuencia la salud total del espíritu. Hay muchas razonas por el cual se puede llegar a afirmar esto. Si buscamos su sustento se dirá que vivir en lo profundo no es un vivir en un continuo conformismo, sino que siempre será un salir hacia la búsqueda de la verdad: superación. También vivir en lo profundo no es caer en un relativismo engañoso, sino en un absolutismo perfecto, un mundo donde descansa las leyes que rigen al mundo y por ende satisfacen la necesidad completa del espíritu.

El vivir en lo profundo trae también como efecto el encontrar una verdad permanente estática que cada vez que se quiera lo quiera encontrar se hará por medio de un camino nuevo, donde no existe huella alguna que nos conduzca hacia el horizonte pleno. En otras palabras cada camino que uno abre es un camino nuevo, sin mancha, que es difícil de tropezar.

En consecuencia, es necesario optar por la profundidad antes que por lo superficial. La razón es que lo profundo nos ofrece una verdad plena, una salud duradera del espíritu, una perfección del sentido de la vida. En cambio lo superficial no nos ofrece más que hacernos vivir en pura apariencia, de incertidumbres, de iluciones…

Lo que nos puede ayudar a ilustrar o entender y comprender este cambio de lo superficial a lo profundo es el tomar como ejemplo paradójico un tema netamente filosófico: el mito de la caverna de Platón. Donde el vivir en sombras (superficial) y el descubrir la realidad objetiva (profundo).

Lo que trata sobre el mundo sensible en el mito de la caverna es que los hombres se encontraban encadenados mirando las sombras proyectadas de las cosas en la pared de una cueva incapaces de volver la vista.

Del mismo modo nos encontramos en este mundo mirando las sombras de las ideas, incapaces de dirigirnos directamente a las ideas prescindiendo de todo lo sensible.

Por tanto, si no aspiras hacia la profundidad, te quedaras estancado en lo superficial, donde yace la ilusión antes que la verdad.


Para no quedar en el vacío: El mito de la caverna:
http://www.webdianoia.com/platon/textos/platon_caverna.htm

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