De
lo superficial a lo profundo
Para
fundamentar el paso de lo superficial a lo profundo, es necesario sacar a la
luz lo que en sí significan cada uno de los términos.
Superficial:
El adjetivo superficial hace referencia a aquello perteneciente o relativo
a la superficie.
Lo superficial es algo que está en la superficie o que se queda en ella, sin
avanzar en profundidad. Superficial también es algo que no tiene sustancia ni solidez.
Profundo: Intenso,
o muy vivo y eficaz. Que penetra o ahonda hasta lo más íntimo u oculto y no se
detiene en lo superficial.
Con lo expuesto,
podemos empezar a adentrarse al análisis respectivo con respecto al paso de lo
superficial a lo profundo.
En primer lugar, el
espíritu encuentra su realización plena en lo profundo, más no en lo
superficial. Si nos preguntamos el porqué de ello, diríamos que es por la
sencilla razón de que en lo superficial no se vive una realización plena de las
cosas, por no ser un lugar seguro, estable y permanente; ya que estas
características son propias del “mundo” de lo profundo.
De aquí que vivir o
querer encontrar verdades que sean de perfecto encuentro de lo verdadero no lo
encontramos en lo superficial, sino en lo profundo.
Es evidente que en
lo superficial no puede satisfacer la necesidad del espíritu porque vive en un
mundo aparente, conformista, que tiene una vida relativa, que es cambiante, que
se destruye, que se acaba, que los caminos que abre son siempre los mismos
caminos, es una pura ilusión, lo que pretende no es más que entretener,
distraer para para que el espíritu crea o se engañe que ya encontró una la
verdad de las cosas. Por tanto, lo que lo superficial ofrece al espíritu no es
mas que un estancamiento o en una ilusión de que ese (lo superficial) es un
mundo perfecto donde sí es posible el encuentro de una buena salud para el
espíritu.
En cambio, el vivir
en lo profundo nos trae como consecuencia la salud total del espíritu. Hay
muchas razonas por el cual se puede llegar a afirmar esto. Si buscamos su
sustento se dirá que vivir en lo profundo no es un vivir en un continuo
conformismo, sino que siempre será un salir hacia la búsqueda de la verdad:
superación. También vivir en lo profundo no es caer en un relativismo engañoso,
sino en un absolutismo perfecto, un mundo donde descansa las leyes que rigen al
mundo y por ende satisfacen la necesidad completa del espíritu.
El vivir en lo
profundo trae también como efecto el encontrar una verdad permanente estática
que cada vez que se quiera lo quiera encontrar se hará por medio de un camino
nuevo, donde no existe huella alguna que nos conduzca hacia el horizonte pleno.
En otras palabras cada camino que uno abre es un camino nuevo, sin mancha, que
es difícil de tropezar.
En consecuencia, es
necesario optar por la profundidad antes que por lo superficial. La razón es
que lo profundo nos ofrece una verdad plena, una salud duradera del espíritu,
una perfección del sentido de la vida. En cambio lo superficial no nos ofrece
más que hacernos vivir en pura apariencia, de incertidumbres, de iluciones…
Lo que nos puede
ayudar a ilustrar o entender y comprender este cambio de lo superficial a lo
profundo es el tomar como ejemplo paradójico un tema netamente filosófico: el
mito de la caverna de Platón. Donde el vivir en sombras (superficial) y el
descubrir la realidad objetiva (profundo).
Lo que trata sobre
el mundo sensible en el mito de la caverna es que los hombres se encontraban
encadenados mirando las sombras proyectadas de las cosas en la pared de una
cueva incapaces de volver la vista.
Del mismo modo nos
encontramos en este mundo mirando las sombras de las ideas, incapaces de
dirigirnos directamente a las ideas prescindiendo de todo lo sensible.
Por tanto, si no
aspiras hacia la profundidad, te quedaras estancado en lo superficial, donde
yace la ilusión antes que la verdad.
Para no quedar en el vacío: El mito de la caverna:
http://www.webdianoia.com/platon/textos/platon_caverna.htm
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